Mediocridad en tiempos de aliento

Pasado el duelo y el bajón del descenso, sigo sin aceptar que con más apoyo social que nunca, más ingresos atípicos y mejor economía (aparentemente) estemos en unos tiempos de mediocridad nunca vistos en el Real Valladolid de no hace tanto.
Solamente un dato: de 1980 a 2004 este club militó una única temporada en Segunda División, y el nivel de exigencia era muy superior al actual. La gente ahora apoya masivamente, sin condiciones, y se deja la garganta cantando el himno, no se merece lo que está pasando y la poca o ninguna empatía de la propiedad, con algunas ruedas de prensa surrealistas. Es mejor no decir nada que hablar y decepcionar en días especialmente "sensibles".
Sin embargo, no todo es culpa de los actuales gestores, este club vivió un descenso en 24 años y lleva cinco en los últimos 19. Tremendo castigo a la línea de flotación de las emociones. Pese a todo, han ido la pasada campaña más de 20.000 fieles al estadio en cada jornada.
Hubo un tiempo en que eran 8.000 y en aquellos momentos un descenso no era tan doloroso o tan injusto. Con el ambiente de este año en Zorrilla, bajar de categoría es un drama doble, triple. La afición, sin duda, ha estado muy por encima del club y del equipo. Se ha enfadado (con razón) por los arbitrajes, ha sufrido cada derrota con deportividad y ha echado el resto en los momentos decisivos. De diez.
Ahora le toca al club. Toca resetear y planificar y, aunque la Segunda División está bien reciente, da cierta "pereza" volver a pensar en el Amorebieta, por ejemplo. Realmente bajas el día que en el primer partido en Zorrilla, ya no hay 25.000 sino la mitad. Y enfrente no está el FC Barcelona sino, por poner un caso, el Andorra. Nada nuevo, por ese paisaje ya hemos pasado todos. Conocemos bien cada curva.
Y ahora qué? Pues toca, sobre todo, acertar en los fichajes tras esa relación calamitosa de incorporaciones hace un año. Lo del verano pasado no tiene pase aunque claro, hablamos a toro pasado. Nadie podía sospechar que los fichajes de Asenjo y Escudero no iban a mejorar notablemente lo que había. Por el contrario, sí era previsible que Feddal o Narváez eran incorporaciones cuestionables desde el minuto uno. No obstante, en fútbol hay que esperar porque las cosas no siempre son como parecen. Hay trampas que solo el tiempo descubre.
Algo similar pasó con Pezzolano. Con siete puntos en sus tres primeros partidos... nadie se atrevía a cuestionar el cambio de Pacheta por un entrenador que venía de la otra punta del mundo y sin experiencia en Europa. En aquellos momentos, con toda justicia, pasó a ser "Paulo Puzzelano" y un héroe en la ciudad. Después pasó lo que pasó... Tal vez por eso, a la hora de opinar es peligroso ser dogmático y acogerse a una doctrina fija.
Tengo para mí que sin lo que sucedió en Valencia, Pezzolano hubiera salvado al equipo y hoy seguiría siendo un héroe, pero ese día todo se dio la vuelta. Ganar era casi sellar la salvación y enterrar a un rival directo pero, con viento a favor, sucedió de todo: desde un error garrafal de Masip, hasta la lesión de uno de los mejores en aquel momento (Amallah) y, para colmo, un gol encajado en el último suspiro. Quedaba margen para levantarse, obviamente, pero no recuerdo muchos partidos que hayan hecho tanto daño en los últimos tiempos.
Probablemente, sin ese cúmulo de desgracias, el equipo se hubiera salvado con los mismos fichajes y las mismas decisiones. Es más, si el disparo final de Plata el día del Getafe se va 30 centímetros a la derecha y entra por la escuadra la crítica no sería la misma, lo admito, pero el deporte profesional son resultados. 

El resultado final es el descenso de categoría y nadie puede aceptar que con ese desenlace no se ponga el acento en los errores. Son dos descensos en tres años. Eso nunca había sucedido. Nunca. Hay que seguir y mirar para delante, cierto, pero no se puede pasar página sin más. Todos nos equivocamos, es humano, y... aprender de los errores es lo que marca la diferencia.
Para descender hay que hacer muchas cosas mal, y para ascender hay que hacerlo casi todo bien. Este verano vamos a ver si Fran Sánchez y Ronaldo, entre otros, son capaces de convertir en un "impulso" lo que ha sido un lamentable fracaso. Pasado el tiempo de los lamentos y la asunción de errores, hay que trabajar y acertar. No hay muchas más balas (ni tiempo) que gastar. Y tampoco sabemos si el aliento, incondicional y masivo, soportará tanta mediocridad.